19 septiembre 2012

Ni chicharras ni macaones

Para este verano, nuestras esperanzas se encontraban depositadas en una nueva visita de la mariposa Papilio machaon. Nuestras plantas de ruda estaban preparadas para ello como en años anteriores, con el fin de continuar nuestras observaciones con este bello lepidóptero. Curiosamente, las macaones han brillado por su ausencia en nuestro entorno más próximo. Algo parecido ha ocurrido con las chicharras o cicádidos (familia Cicadidae). La lectura del libro Costumbres de los insectos del entomólogo francés Jean-Henri Fabre (1823-1915) durante este invierno pasado, en referencia a sus observaciones con las chicharras, nos cautivó sobremanera y nos indujo a tratar de hacer alguna que otra observación durante este verano con estos ruidosos cicádidos. Pero durante este cálido y muy seco verano, las chicharras no se han hecho notar por nuestro habitual entorno campestre.
Habíamos desistido de oír a las chicharras cuando, hete ahí, nos las hemos encontrado nada menos que en Atenas. En pleno ágora, a media mañana, el infernal canto de la chicharra destacaba por encima del habitual bullicio provocado por los turistas que estábamos allí presentes. Mirando hacia los árboles, tardamos un buen rato en reparar en algún que otro ejemplar de la probable Tibicen plebejus, la mayor chicharra europea que existe.


Como no era plan subirse a un árbol en medio de un recinto arqueológico, tuvimos que conformarnos con meter el zoom a otro ejemplar que reposaba en una rama más baja.


Durante varios días el canto de las chicharras nos ha acompañado por diferentes parajes de Atenas bien ocultas a nuestro atento escudriñar.

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