28 agosto 2012

Siempre aprendemos algo

El pasado fin de semana disparé mi cámara fotográfica hacia unas mariposas que revoloteaban alegremente por las flores en San Ildefonso (Segovia). Contaba con intentar identificarlas a posteriori.


Es bastante probable que se trate de Argynnis paphia, conocida vulgarmente como nacarada; pero como suele ser habitual con nuestras dudas taxonómicas, dejémoslo en Argynnis, género que en nuestra Península cuenta con cinco especies. Como las claves de identificación cuentan con detalles del reverso de las alas que no pudimos capturar con nuestra cámara, lo dejaremos en eso, en Argynnis. Sin embargo, comparando diferentes ejemplares fotografiados, algo nos llamó la atención.


A parte de tener las alas posteriores deterioradas por algún más que probable desagradable encuentro con algún depredador, hay ciertas diferencias apreciables en las primeras venaciones.


Y eso es lo que nos ha llevado a aprender algo nuevo sobre los lepidópteros que desconocíamos. En la foto superior, el ejemplar de la izquierda es una hembra, mientras que el de la derecha es un macho y las flechas lo que señalan son las escamas androconiales, unas estructuras especializadas de los machos de algunas mariposas donde se encuentran unas glándulas que son las encargadas de la secreción de feromonas. Realmente práctico que se encuentren en las alas, porque al batir estas durante el vuelo, favorecen la dispersión de dichas feromonas para atraer a la hembra.

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1 Comments:

At 11:18 a. m., Blogger Artropodolandia said...

Que interesante!

 

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