El suicidio del abejorro

Este fin de semana hemos realizado una curiosa observación. La salvia de mi mujer era objeto de una gran atracción por abejorros de la especie Bombus hortorum.

Se me ocurrió separar a un ejemplar para la sesión fotográfica de rigor. En un tupper, un recipiente de esos que previamente había contenido torreznos, aislé un ejemplar. Mientras preparaba los enseres fotográficos, en escasos minutos, el abejorro empezó a retorcerse de una extraña forma para morir de forma inmediata. No podía entender lo que había sucedido.

Para tratar de establecer si había sido algo meramente casual, procedí a aislar otro ejemplar. Sucedió exactamente lo mismo pero, esta vez, sometí a un análisis visual el cadáver del pobre abejorro. Me llamó la atención que tenía el aguijón completamente extendido.

Incluso, a más aumento, se puede apreciar unas finas gotas en el mismo que parecen indicar que dicho aguijón ha sido utilizado.

La pregunta era obvia ¿se habían suicidado ambos abejorros? Como no era plan mermar las poblaciones de tan simpáticos polinizadores, procedí a realizar una búsqueda por Internet. Nada, excepto un comentario en un blog en el que una persona describe una observación similar a la mía (ver comentario de Eliseo en Hormiga suicida de Brasil).
Reconozco que esta observación me tiene intrigado. Por un lado, la ausencia de información sobre el tema, incluso a nivel científico (no he encontrado nada aún), haría que me cuestionase a mí mismo de no ser porque alguien más ha sido testigo de algo parecido; y, de otra parte, ello parecería estar indicando que Bombus hortorum sería susceptible a su propio veneno. No vamos a proceder a realizar más experimentos a tontas y a locas sin algo más de información, aunque luego reciclemos los cadáveres entregándoselos a las hormigas.

El escarabajo que vino a ver la tele

El pasado domingo, mientras veíamos por televisión la película L.A. Confidential, reparé en un escarabajo en medio del salón, inmóvil frente al televisor. Me limité a ponerle un recipiente de plástico por encima para que ambos pudiéramos seguir viendo la película. A la mañana siguiente, sesión fotográfica y liberación para que fuese a contársela a otros congéneres.

Si no hemos perdido facultades, tras recurrir a unas claves de identificación de los lucánidos ibéricos, nos decantaríamos por Dorcus parallelepipedus, vulgarmente conocido como ciervo volante menor. Estamos acostumbrados a visitas ocasionales de otro integrante de la familia, Pseudolucanus barbarossa, más grande y de aspecto más amenazador por sus mandíbulas más grandes.

Aunque nada comparables a la del macho de Lucanus cervus, el más famoso de los lucánidos ibéricos, que ya fuera protagonista en este blog gracias a nuestra joven amiga Laura Toro.

Pero volviendo a nuestro visitante, su protagonismo merece apreciarlo en mejor detalle.

A la espera

Nos encontramos esperando que de la ooteca que puso la mantis visitante en el pasado mes de octubre, surgan las pequeñas mini mantis con verdadera impaciencia. Todos los días sometemos a la ooteca a una minuciosa observación buscando indicios de un inminente nacimiento. Pero, de momento, nada. Próximo al lugar de la puesta se encuentra nuestra ruda que no muestra tampoco indicios de visitas de las mariposas machaón. En cambio, ayer, pude observar un confiado gaitero que ya fue protagonista de una entrada titulada: asomando la gaita.

Se trata de la fase larval de un díptero  integrante de la familia Tephritidae, con nuestras habituales dudas, y cuya parte del ciclo describíamos entonces.